Los medios de comunicaciones se han convertido en grandes medios de manipulación que hacen que la gente piense y sienta lo que es ajeno a sus intereses y preocupaciones. La gran mayoría de los que estamos inmersos en este ambiente lo aceptamos casi sin objeciones. Creemos que lo que dice, por ejemplo, la televisión, es cierto. La imagen que nos pueden presentar no es del todo objetiva, puesto que ha sido editada y, muchas veces, falta el contexto con el cual aprehender el contenido de lo que vemos o oímos.
Un editorial de un periodico, por ejemplo, es la opinión del director del medio y siempre es considerado con el peso económico que el medio tiene en la sociedad. Leyendo lo que se escribe día a día, en nuestro país (para contextualizarlo en específico), las opiniones que leemos en los editoriales de los principales medios escritos son idioteces, medias verdades que se convierten en grandes mentiras. Opinan sobre ecología y medio ambiente y se remontan a prácticas que sus ancestros hacía y que no tienen que ver con la solución de la problemática que ellos intentan llevar su opinión hacia el público. O bien, opinan sobre política y olvidan lo que ellos defendieron a capa y espada y que, como resultado de lo que ellos defendieron (y que los políticos de su preferencia hacían), han llevado a la desgracia social que hoy padecemos.
Y en el campo internacional, la cosa es peor. Los medios se vuelven idiotas cuando tratan de defender causas indeseables para la humanidad. Las guerras, por ejemplo, han sido promovidas con base de mentiras. Han hecho que jóvenes de los países implicados hayan muerto por una causa que, si hubieran sido objetivos, nunca se hubieran comprometido a viajar a matar a inocentes, como en la mayoría de guerras ha ocurrido. Cuando suceden hechos como el del sargento que asesinó a afganos indefensos, los medios cubren la noticia de que el sargento se había vuelto loco y que los problemas maritales lo llevaron a esa acción. Triste, la locura está en los periodistas que justifican estos comportamientos, aunque sabemos que no lo hacen porque están locos, ni porque son ingenuos.
sábado, 24 de marzo de 2012
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