jueves, 3 de junio de 2010

Yo me uno

Yo me uno a las miles de voces que condenan y protestan en contra de las locuras del sionismo. Me duele la muerte de pacifistas, solidarios con el prójimo perseguido en su propia tierra.

Nadie con conciencia puede ver impávido la premeditación y alevosía con la que se asesina a personas indefensas, armadas nada más que con su conciencia de ser humano; nadie puede sentirse frío y alejado al ver a los asesinos culpar a sus víctimas. Indigna leer noticias, o la falta de ellas, en los grandes medios de propaganda. Nadie, en su sano juicio, puede voltear la cara e indignarse por el comportamiento demencial del estado de Israel, al atacar a los pasajeros del Mavi Marmara. Nadie puede aceptar las declaraciones de que tienen derecho a defenderse. Nadie los atacaba. Fueron comandos altamente especializados en matar y aniquilar civiles, hombres y mujeres, ancianos y ancianas, y también niños, todos ellos sin más armas que su dignidad. ¡Esto no puede ser!

Yo me uno al dolor del pueblo palestino y a su lucha por reclamar sus tierras usurpadas, su libertad y, sobre todo, su honor y dignidad humana. También lo hacen mis ancestros a la par mía, por el recuerdo de más de 300 millones de hermanos que perecieron en el holocausto que significó la conquista y la colonia del imperio español en nuestras tierras. No hay odio en nuestros corazones; pero esto no puede seguir así. ¡Basta!

Hay que llamar por su nombre al asesino. Hay que llamar por su nombre al terrorista. Hay que llamar loco a los locos. Al genocida, genocida.

Yo me uno a los que soñamos un mundo mejor para todos, sin exclusión, aún para los que hoy por hoy se empeñan en asesinar a los inocentes.