La empresa decidió pagar a sus empleados a través de tarjeta de débito. Abonaría sin problemas ni peligros y los empleados cobrarían también sin problemas y sin peligros aparentes. Llegó el día de pago y el ingeniero en jefe recibió una llamada:
- ¡Buenas!
- ¡Ingeniero! ¡Fíjese que no me han pagado!
- Disculpe, ¿Con quién tengo el gusto de hablar?
- Ingeniero, soy Iván, y no me han pagado.
- ¡Ah!, Iván. Explíqueme bien de qué me está hablando.
- Si, Ingeniero, fíjese que fui al cajero, como me dijeron y no me han depositado el pago. Yo quisiera que me ayude, porque debo cobrar y pagar mis deudas.
- A ver, a ver. Dice que no le han depositado. ¿No habrá puesto mal la clave de la tarjeta?
- Eh, ... ¿De cuál tarjeta me habla?
- De la tarjeta que le dió el banco para que pudiera cobrar su salario.
- Eh,... ¿que había que traer la tarjeta?
Al final, Iván pudo cobrar. Tuvo que regresar a su casa, a traer su tarjeta, ir al banco para que le explicaran cómo usar el artilugio de la tecnología moderna financiera.
jueves, 22 de julio de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario