En estos tiempos uno se pregunta muchas cosas. El tiempo va dando a gotas la experiencia que necesitamos para vivir. Para algunos, esta experiencia llega tarde; para otros, nunca llega. Pero lo que es importante es cómo tomamos las cosas.
En lo personal siempre he creído en que debemos tener bastante sentido del humor para poder disfrutar la vida. Recuerdo cuando me aprendí el poema de Rubén Darío "Canción de Otoño en Primavera". Me gustaba la primera frase: "Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver!" Ridículo. Tenía menos de veinte años y la vida comenzaba a sonreirme (ahora se pega risotadas conmigo). No entendía la siguiente frase: " Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer... " Ahora, bueno, debo reconocerlo, ya la entiendo. Sobre todo después de haber amado a varias mujeres, de haberme enamorado de otras tantas y de haber tomado decisiones que fueron buenas en todo momento (la vida es eso, una toma de decisiones permanente), pero que, algunas, me causaron mucho dolor.
Hoy sucede que nos acercamos a la fiesta de Navidad, para el mundo occidental. Oigo radio, pues no tengo una TV con la que entretenerme -y doy gracias a quien sea porque asi es y espero permanecer sin TV durante mucho tiempo. Pero me asaltan una infinidad de canciones navideñas, para todos los gustos. Canciones viejas, canciones viejas hechas en versión popular, canciones nuevas, en fin, lo importante es sacar jugo al mercado navideño a base de canciones que, con lo que pasa la humanidad, no vale la pena cantar ninguna de ellas.
¿Qué hacer?, pues.
Seguir, seguir y seguir. Esa es la respuesta.
En lo personal siempre he creído en que debemos tener bastante sentido del humor para poder disfrutar la vida. Recuerdo cuando me aprendí el poema de Rubén Darío "Canción de Otoño en Primavera". Me gustaba la primera frase: "Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver!" Ridículo. Tenía menos de veinte años y la vida comenzaba a sonreirme (ahora se pega risotadas conmigo). No entendía la siguiente frase: " Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer... " Ahora, bueno, debo reconocerlo, ya la entiendo. Sobre todo después de haber amado a varias mujeres, de haberme enamorado de otras tantas y de haber tomado decisiones que fueron buenas en todo momento (la vida es eso, una toma de decisiones permanente), pero que, algunas, me causaron mucho dolor.
Hoy sucede que nos acercamos a la fiesta de Navidad, para el mundo occidental. Oigo radio, pues no tengo una TV con la que entretenerme -y doy gracias a quien sea porque asi es y espero permanecer sin TV durante mucho tiempo. Pero me asaltan una infinidad de canciones navideñas, para todos los gustos. Canciones viejas, canciones viejas hechas en versión popular, canciones nuevas, en fin, lo importante es sacar jugo al mercado navideño a base de canciones que, con lo que pasa la humanidad, no vale la pena cantar ninguna de ellas.
¿Qué hacer?, pues.
Seguir, seguir y seguir. Esa es la respuesta.
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