La semana pasada sucedió un caso que, a mi parecer, es una muestra más del problema que tenemos en nuestra sociedad y que, con todo y lo folclórico que resulta, forma parte de la tragedia que vivimos y soportamos.
El caso se presenta en un accidente de un joven en la Avenida Jerusalem. Los medios van y quieren filmar el suceso para transmitir la noticia. Llegan los padres, además de la policía de tránsito, y comienza la trifulca. El hijo golpea a la reportera, el padre reta a duelo (imagino que a manotazos) al camarógrafo, la madre llama estúpida a la reportera golpeada y el policía no logra controlar eficazmente esta comedia.
Sin pretender dar la razón a alguien, este gag no puede ser mejor para entender al salvadoreño y su circunstancia. En primer lugar, veamos el comportamiento del que causó el accidente y todo este reality show. Con mucha adrenalina y poca experiencia en el manejo, el muchacho se accidenta. Llegan los medios y lo comienzan a filmar. Reacciona sin pensar. Aparta la cámara, se oculta.
No se en qué momento llegaron los padres del joven, pero no importa, solo hago el panorama de lo que se vio en el medio de comunicación que lo publicó. Lo cierto es que el padre se siente ofendido, le pide al camarógrafo que baje la cámara (el canasto, como decíamos hace algunos años atrás) y lo reta (al pendejo, según sus palabras). La madre, por su parte, hace la coreografía a la que nos acostumbramos en las primeras películas de espadachines chinos: dando vueltas en torno a los protagonistas y chillando para hacer más confusa la situación: estúpida!
El muchacho le lanza un golpe al rostro de la reportera (a la que le añaden que estaba embarazada, para darle más colorido al cuadro), pero luego, en las declaraciones en los juzgados, dice que sólo la estaba apartando (Tyson también apartaba a sus contrincantes de esta forma).
Volviendo al momento de la comedia, también el policía hacía su parte: miraba y no decía nada. En otros países los hubiera esposado, a todos, llevado a la estación para dilucidar el caso que ya se había vuelto violento.
Al final todo quedó en anécdota. Hasta ya salieron a la venta camisetas con las caricaturas de la familia que robó el show a las maras, los diputados, el fiscal, los alcaldes y todos los que figuran en esa pista de circo que se llama realpolitik en nuestro país.
Imagino también que esta familia le echa la culpa de la violencia, la inseguridad, la corrupción y todos los demás problemas de nuestro territorio, al gobierno. Ellos no aportan nada.
Al ver esto solo puedo asentir a lo que dice Roque Dalton: ¡Guanacos Hijos de Puta!
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