Le he preguntado a las feministas el por qué no toman como mujeres claves a Hipatía o a Téano. No me responden. Primero porque no saben a qué me refiero. Luego, no saben quienes fueron estos personajes. Luego, creen que sus argumentos feministas tienen todo el peso de una teoría nueva o una nueva práctica, que eleva cuánticamente la lucha de los sexos.
Es triste leer noticias sobre diputados golpeando a sus mujeres (o tirándole balas a las mujeres policías). Pero es triste porque esas no son las noticias que necesitamos saber. Creo que los medios deberían respetarnos más. Pero eso es silbar en una tormenta. Hay crímenes graves, no solo de mujeres o niñas, como el caso de Allison, la joven atleta que fue asesinada salvajemente. No hubo mucho ruido sobre este caso, pero si de la golpiza de la joven mujer del adulto mayor diputado. Y defino la relación entre estos no solo para hacer resaltar la diferencia de edades, sino porque también puede existir una diferencia de intereses que, por esa diferencia de edad, son naturales.
Lo que es molesto es que se tiene como bandera de batalla la justicia la violencia en contra de las mujeres. Los asesinatos de mujeres son demasiados cada año. Pero también son demasiado los asesinatos de hombres. Yo no me quejo de que se parcialice el llamado a velar por los derechos de las mujeres. Me parece que hay que hacerlo. Pero resulta confuso el hecho que no se llame a detener la violencia para todos los sexos. Ese llamado es una cortina de humo, para decirlo más claro, para que no se vea la injusticia social que todos padecemos.
Nota: me niego a decir todos y todas, pues, que me perdonen, soy de la vieja escuela del castellano. Se emplea todos cuando se refiere a grupos en los que hay de los dos sexos, no importa si la mayoría lo conforman mujeres. Y se dice todas, cuando todo el grupo es femenino, sin excepción.
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