La historia la escriben los ganadores, dicen. No obstante, la verdad permanece en los escritos de los historiadores, les guste o no. Plinio el Viejo, por ejemplo, murió por algo menos que estúpido; a pesar que Plinio el Joven haya escrito que fue un científico muy dedicado. Leyendo entre líneas se denota la imprudencia de sus momentos finales de su vida.
Lo mismo se puede decir de otros escritos históricos.
Algunos transcienden el tiempo y han hecho que la historia del mundo se haya conformado por mentiras y embustes. Pero siempre se puede leer la verdad, o su ausencia, cuando uno se introduce en medio de sus páginas.
miércoles, 26 de septiembre de 2012
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