domingo, 12 de junio de 2016

Nuestro Cerebro, nuestro destino: el infierno o el paraíso

Nuestro cerebro es el encargado de que nosotros podamos sobrevivir en un mundo hostil naturalmente, sino que tratemos de dominarlo. Nuestros sentidos, como los sentidos de todos los seres vivientes se encargan de recibir diversas informaciones sobre las que reaccionamos de acuerdo a la conveniencia vital de las circunstancias que se presentan.
Recibimos impulsos de calor, temperatura, colores, sabores, olores y de otras tantas sensaciones que el cerebro ordena y determina de acuerdo a ello la conveniencia de cualquier actividad que realizamos. Nuestro cerebro, el cerebro humano, además de ordenar y reconocer las sensaciones, también las categoriza y ha tratado de conceptualizarlas, de tal forma que el resultado ha sido el desarrollo científico y tecnológico que actualmente conocemos.

Es triste reconocer que el desarrollo de los conceptos, la ciencia y la tecnología han venido evolucionando mientras el desarrollo de una parte de la visión del mundo se ha estancado. Y esto puede verse reflejado claramente en el desarrollo de la genética. Ya se ha descifrado gran parte del genoma humano y se ha encontrado que todos los seres humanos compartimos este mapa del cuerpo humano y todos somos una sola especie de seres vivos. Hay diferencias de color de piel, de color y forma de ojos; pero esencialmente todos somos iguales. 

Ha habido un desarrollo en la tecnología que nos permite vivir cómodamente. Pero nuestro comportamiento continúa siendo un comportamiento depredador de la naturaleza y de los mismos congéneres. No ha habido ningún progreso en la forma que vemos el mundo y de cómo utilizamos los recursos. Si de la recolección y caza pasamos al sedentarismo agrícola y luego al desarrollo de sociedades más complejas en las que han habido injusticias de los que se impusieron sobre otros hombres, aún en este siglo se continúa con las mismas prácticas, potencialmente más destructivas por el desarrollo de la tecnología en armas que se ha alcanzado. A nuestro cerebro le hace falta el desarrollo humanístico, por decir de alguna forma el elemento que haría falta para poder hacer del desarrollo tecnológico un logro para todos los miembros de la humanidad. 

sábado, 4 de junio de 2016

Efecto Mariposa

Tenía 72 años y era millonario. Pero toda su vida fue obsesiva. Dinero, quería todo el dinero posible. Y lo consiguió. Se casó a los 30 años de edad con la secretaria de su segunda empresa. Tuvo hijos, pero no los conoció como padre, pues su obsesión era, ya lo dijimos, el dinero. Trabajaba todo el día, más de doce horas al día. 

Pasaron los años y sus dos hijos crecieron, pero nunca hicieron nada en serio. Su padre les daba todo, menos tiempo. Fueron a estudiar al extranjero, pero regresaron sin ningún documento académico. Despilfarraron tiempo y diner. Su madre, en ese tiempo, murió. Nunca la sintió cercana y, a su muerte, casi fue como una noticia de un fuerte terremoto a miles de distancia, sintiendo por las victimas, pero sin hacerlas personales.

Llegó otra nueva secretaria a su oficina. Desde que su esposa dejó su puesto como secretaria para convertirse en madre de sus hijos, solo había contratado mujeres arriba de los cuarenta años, con experiencia pero de una edad que nunca le llamó la atención. Esta secretaria tenía 21 años. No tenía buena ortografía y era muy desordenada. Pero tenía buena figura. Se enamoró de ella cuando pasaron menos de cinco días. Un mes después se casó con ella.

Sus hijos protestaron y se enojaron con él. Volvió a hacer su testamento. Todo se lo dejó a Priscila su joven nueva esposa. Un mes después, casualidad, murió de un infarto. Priscila era la nueva millonaria de la ciudad. Sus hijos comenzaron a vender propiedades, aún antes de leerse el testamento. Vendieron las acciones de una de las empresas más lucrativas cuando ya habían leído el testamento. Priscila contra atacó. Metió preso a los hijos un par de meses y recuperó lo poco que pudo recuperar. Aún así, continuó siendo millonaria.

Acostumbrados a vivir de lo que les daba en abundancia su papá, sin estudios ni otra posibilidad de obtener el capital necesario para vivir sin trabajar, se dedicaron a negociar con lo más fácil, drogas. Con el poco dinero que recogieron de las primeras ventas formaron una pequeña compañía para lavar el dinero obtenido con la venta de las drogas.

Sentados en su oficina, en una de las calles más céntricas de la ciudad, vieron como entraron cuatro hombres armados. Apuntaron sus pistolas hacia la secretaria y el ordenaza que se encontraban juntos y les dispararon. "Queremos el dinero que nos robaste" le dijeron al hermano mayor, que se hallaba sentado en el escritorio principal de la oficina. Apuntaron las pistolas hacia sus dos hermanos y los mataron. Luego, se dirigieron a su escritorio, lo empujaron para contraminarlo contra la pared. "El dinero", exigieron. No hubo respuesta. Solo se oyó la explosión de una bala que le cortó la vida al hermano mayor. Murieron ocho personas, pues al salir de la oficina encontraron a un policía que se acercó al oir las explosiones de las balas que mataron a la secretaria y al ordenanza..

Los hechos se publicaron en los periodicos. La opinión pública culpó a las pandillas; pero la orden vino de un empresario poderoso de esta época.

viernes, 3 de junio de 2016

Danzo, luego existo

Traemos la danza en la sangre. La "civilización" nos borra el sentido de la danza; aunque trata de sacarle lucro a través de discotecas y música bailable. Se nos inventan bailes, pero no danzas; porque el hombre es más valioso cuando es atomizado por la sociedad.

La danza une a las comunidades. Expresa vivencias propias de cada grupo humano. No podríamos vivir sin danzar, a pesar que negamos la posibilidad de unirnos comunitariamente y danzar. O, al menos, danzar para nuestros hermanos, amigos y vecinos. 

África nos aparece como el continente con ritmo. De allá son los orígenes de la cumbia, el mambo,el son, el merenge, la salsa; inclusive se habla que del jazz. Pero acá también tenemos nuestros propios ritmos, con tambores, pitos y  chirimías; bailados suavemente la mayor parte de veces. Al norte de nuestro continente los guerreros bailaban alrededor del fuego, en las llanuras, recordando un pasado vivido por los ancestros de cada comunidad. 

La danza. ¡Bendita seas!

miércoles, 1 de junio de 2016

El retorno - Un cuento en la noche

Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
qu´es el morir.
Allí van los señoríos
derechos a se acabar
e consumir.
    Jorge Manrique (1440 - 1479)

Hace poco moría mi amigo Andrés. Nunca le supe su apellido, hasta su muerte fue una incógnita. Nunca lo quize saber, ni le pregunté. Vivía solo, en un cuartucho arriba de una casa de una sobrina que poco se interesabe en él. Así lo parecía. No fue hasta su muerte que me enteré que su sobrina lo cuidaba por encargo de su madre muerte hacía unos veinte años antes. 

Días antes de su muerte lo encontré en una calle del centro de San Salvador. Lo invité a un cafetín, al viejo café de la 4a. Avenida, en donde se reunían los intelectuales de hace varias décadas. Hoy, el centro no es el centro de aquel entonces. Pero el café lo sirven igual que antes, sabroso. Se veía cansado, de tanto vivir, me decía siempre que le hacía la observación. En esa ocasión me contó que se sentía muy solitario, a pesar de los amigos que aún tenía y a los que solía verlos, como a mi, en esa ocasión. A su vez, también se sentía esperanzado. Le faltaba poco para el retorno, me decía. Muy poco. Anticipaba su muerte.

Es que, según me contó, hacía unos veinte años se enamoró de la que fue su amante por ratos, entre los momentos que llegaba a descansar en casa de su hermana y ella, Fátima, llegaba a visitarlo y acompañarlo en las pocas noches que se reponía del cansancio, de alguna que otra enfermedad que el hambre en la montaña le regalaba. Su hermana era la cómplice, era amiga de infancia de Fátima y cómplice de Andrés en ideas y actividades, cada uno dentro de lo que podía hacerse. 

Había encontrado su alma gemela. Pensaban en salir del país, una vez terminada la guerra, pues pensaban que no podían seguir lo que se venía. Nunca me dijo qué es lo que ellos vieron en esos momentos. Pero la violencia los persiguió. Andrés bajó de la montañan cuando todos bajaron. Fátima se perdió una noche cuando la buscaron soldados. La encontraron la mañana siguiente. Andrés lo supo un mes después. No volvió a casa de su hermana, hasta los famosos acuerdos. Y así pasó el tiempo. Volveré a verla, me dijo. Pero no en el cielo, sino acá. Naceremos nuevamente y nos volveremos a juntar, me dijo.

Cuando su sobrina lo encontró muerto, tenía una sonrisa en su rostro.