miércoles, 14 de febrero de 2018

Masonería o el miedo a lo desconocido y el odio a lo que no se comprende

En Facebook y en Youtube veo con frecuencia páginas antimasónicas. También en Blogger se pueden encontrar estas páginas. Y casi todas tienen algo en común, los que las escriben, editan o filman no son masones; pero dicen conocer los secretos más íntimos de la masonería. 
Por mi parte no pretendo conocer la masonería. Tendría que ser un erudito, que no lo soy, en estos temas. Pero tampoco puede decir que es una sociedad dedicada a apoderarse del mundo, imponiendo una agenda diferente a lo que se supone tiene el mundo en general.
Se dice que quieren tener un gobierno único. También se dice que quieren hacer una sola religión. Lo curioso es que ese era el intento de muchos imperios en la antiguedad, o de algunas grandes religiones como el Islamismo y el Cristianismo, que fuera de ellos no hay posibilidad de salvación una vez muertos fuera de esas creencias. En cambio, en la masonería se respeta la libertad de cultos. Lo que sí se predica es la unidad humana, la fraternidad universal, que es diferente a una sola creencia, bajo un solo mandato. 
He oído de boca de obispos las maldiciones en contra de la masonería, de aquella creencia en la que detrás de esta organización estaba el comunismo y los judíos. Me asustó al oír ese anatema en boca de un representante de la jerarquía eclesial. Me asustó porque tenía apenas unos 12 años de edad. Hoy, con todo el tiempo que ha pasado, y ha pasado toda una historia, me doy cuenta que asustaba con el petate del muerto. La Masonería no es lo que se dice.
Han habido masones, de carne y hueso, cuya conducta es repobable. Pero, visto desde una perspectiva más amplia, todas, todas las organizaciones tienen sus pécoras negras. OXFAM, en estos últimos días, por ejemplo, ha pasado a ser una ONG digna de respeto a una organización de depravados sexuales, todo por unos cuantos degenerados. Y lo mismo se puede decir de otras organizaciones. Pero no se trata de condenar a nadie, sino poner todo en perspectiva.
La masonería no trata de defenderse. No le hace falta. Ingresan a sus filas personajes de todo tipo. Los filtra, pero se le escapan muchos. Pero tampoco impide su salida. Algunas veces se equivoca. Otras veces se deja llevar por la política del momento. Y se puede equivocar totalmente, sobre todo cuando trata de inmiscuirse en lo que no le concierne como Orden. Franco, el general, promulgó una ley en la que ponía en el mismo saco a la masonería con el comunismo. Hoy, algún oriente acusa de comunista a un régimen, sacándolo del saco en el que están juntos.
Pero, sin desviarnos sobre el tema, la masonería no pretende influir en estados o naciones. Se mantiene al margen como organización.  De lo que se trata es formar a un hombre moralmente. Y como tal se vale de un método en el que utiliza símbolos para exponer la forma en la que deben moverse, crecer, todos los hombres que ingresan a sus filas.
De lo que se trata pues, es de hacer hombres que buscan la verdad. Hacer hombres que amen la vida, que la fortalezcan, que hagan un mundo mejor, de fraternidad plena.