martes, 14 de febrero de 2012

Música

La música es el lenguaje del alma, dicen algunos. Estoy de acuerdo. Sobre todo cuando veo géneros musicales como el reguetón, el perreo y otros, incluyendo los géneros estadounidenses como el hip hop. No hay duda que estas almas no pueden expresarse más allá de unos cuantas palabras.

Creo, también, que una de las señales en las que un pueblo puede identificarse a si mismo es mediante la música. Conocemos y sabemos reconocer a los mariachis como expresión de los mexicanos; al son como parte de los ritmos cubanos; la cumbia la asociamos con Colombia; el tango con Argentina y así. Pero en nuestro país, lejos de haber generado uno de los ritmos más interesantes como el Xuc (bendito Palaviccini), no hay otro género que nos identifique y que lo reconozcamos como nuestro. Incluso algunas melodías que se han convertido en nuevos cantos que nos hacen sentir el calor de nuestro terruño, como El Sombrero Azul, no son originales de nuestra propia gente.

Hace años, cuando estudiaba en la escuela, tuve algunas clases de música. Tal vez no en la forma disciplinada que debería de haber sido, pero me permitió conocer los fundamentos de la música. Ahora, con tristeza veo que no hay clases de música en las escuelas. Mi punto: introduzcamos la enseñanza de la música en todo el pensum de la educación primaria y educación media.

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