martes, 31 de marzo de 2009

Cave Canem

"El hombre nace libre..." comienza Rosseau. Carlos Marx analiza la sociedad y su historia. Los filósofos contemporáneos también tratan de escarbar el fondo de la naturaleza de las sociedades. Sin embargo, hay un personaje que tuvo la osadía de vivir tal y como pensaba: Diógenes de Sínope, el cínico (en el sentido filosófico). Y nos dejó su legado, aunque no dudo que alguien lo trató de perder a propósito.

No puedo dejar de admirarlo. Y no puedo dejar de pensar que la forma más expedita para lograr tener la mirada de los niños aquellos, que vieron al "emperador desnudo" es quitarse totalmente todo el interés en poseer, en querer tener, en ambicionar lo que no podemos llevarnos a la tumba. La crisis que enfrentamos nos da esa oportunidad.

Se dice que una de sus frases, mordaces y cargadas del filo de la verdad, es aquella que dice que es preferible la compañía de los cuervos y no la de los aduladores, pues los primeros comían cadáveres, mientras los últimos comían vivos. Un razonamiento claro para los que, a partir de junio, comenzarán la tarea de gobernar este país tan pequeño, pero lleno de conflictos.

Diógenes solamente tiene parangón en oriente. No creo que haya existido otro personajes, y los de su pequeña escuela de cínicos, como él en la historia de occidente. Lo que me gusta de este personaje es la forma de ver y vivir su vida.

"Hay que tener cordura para vivir o cuerda para ahorcarse" Diógenes


Pensando Verde

En un artículo firmado por Jane Byrne se habla sobre las oportunidades que se ofrecen, en esta crisis global que enfrentamos, para aquellas plantas industriales que piensen “verde”. Se habla, en el artículo de plantas que deben pensar, sobre todo, en varios aspectos específicos: aumentar la eficiencia en el recurso energético, reciclar el agua que se utiliza, reducción de los desperdicios y reinvertir en la ecología, en general.

El artículo hace referencia a una presentación dada en el Anuga FoodTec, llevado a cabo recientemente en Alemania, patrocinado por The Internacional Food Information Service (IFIS).

Se puede decir, sin quitar el mérito de lo que se dijo, que se enfatiza en lo ya conocido: mejorar la eficiencia global de una empresa. Ajustar las buenas prácticas en los procesos, que tienen que ver con el control de todos los equipos que manejan energía, como intercambiadores de calor, calderas, tuberías y otros servicios que demandan energía y que, si no se controlan adecuadamente, pueden resultar en pérdidas relevantes. Incluso, la selección de equipos, por ejemplo, puede conducir a ahorros o a pérdidas. Una mayor capacidad de la necesaria en un motor, puede conducir a cientos de dólares por consumo de electricidad al mes.

En años anteriores algunas empresas hicieron ejercicios para la reducción de costos, lográndose, por ejemplo, ahorros de un millón de dólares al año. Ya sea por ahorro en agua, ahorro en algunas materias primas, modificando formulaciones (aunque esto es peligroso para la calidad del producto), modificando rutas en los procesos, y así por el estilo.

El artículo también hace referencia a la empresa Walkers’, que pudo ahorrar cerca de 450,000 euros en dos años por reducción en el uso energético. Un buen ejemplo.

Pensar verde, ese debería ser un lema y una forma de acción para las empresas.

lunes, 30 de marzo de 2009

La Selecta

Antes que nada, no me gusta el futbol. Me gustan los deportes, pero éste es uno que no me gusta. Rehuyo, casi siempre, hablar de él. Claro, he crecido en un país que gusta del futbol y, es por demás, uno conoce el futbol un poco. Pero no me gusta

Hoy, empero, hago un comentario sobre el futbol y sobre LA SELECTA, la selección nacional de El Salvador. Ayer, casi, casi gana a los Estados Unidos.

Debo decir que vi todo el partido. Me pareció que, hoy si, jugaba un equipo muy bien integrado. Dominaron muy bien la pelota, más que lo que hizo el equipo contrario. Y, siguiendo el cliché de este deporte, el futbol es el futbol y les empataron.

Creo que es la primera vez, en casi 20 años, que me refiero a LA SELECTA en estos términos. Espero que pasado mañana le ganen a Costa Rica.

viernes, 27 de marzo de 2009

Criminales

Decía Orson Welles que los criminales no son muy agradables. Y se debe, según él, a sus fracasos. Aquellos que hacen verdaderas riquezas no se conocen como criminales; es decir, ser o no ser un criminal no es cuestión de ética, sino de clase, finalizaba. Hace dos años pudiera haber parecido que era cínico. Hoy, no.

lunes, 23 de marzo de 2009

Circe y Odiseo

La Odisea puede interpretarse como el mítico viaje del ser humano, a través de diversas pruebas, hasta encontrar su patria y a si mismo. Una de estas pruebas es aquella en la que Odiseo llega a la Isla de Eea, patria de Circe, la hechicera. Desembarcan la mitad de los hombres que acompañaban a Odiseo y visitan a la hermosa hechicera. Ésta les da una pócima mágica y los convierte en cerdos. Pero el convertirlos en cerdos no implicaba quitarles la conciencia. Los griegos sabían quienes eran y en que se habían convertido.

Odiseo va en busca de sus hombres, pero Hermes le entrega un brebaje para que se lo tome antes de caer en las redes de Circe. Éste llega a la casa de la hechicera, tomando el mágico brebaje antes. Le sigue el juego a Circe, tomando la pócima que le ofrece y, en lugar de caer bajo su hechizo, Odiseo la amenaza a muerte para que devuelva la forma humana a sus hombres, lo que hace, logrando rescatarlos y volver a su viaje hacia Ítaca.

Hago un recuento de este pasaje porque me parece que se debe darle una interpretación actual y que nos pueda ser útil en nuestra vida como personas y como sociedad. Me parece que lo que hay que resaltar es que Circe "corrompe" a los hombres con sus encantos. Éstos se vuelven animales, pero son concientes de lo que son, animales, y sufren por ello. Pero no pueden hacer nada por revertir este embrujo. Hasta que llega nuestro héroe solar y no es corrompido por la hechicera, a pesar de haber bebido su pócima.

Estamos justo en un momento de nuestra historia en la que se nos repite esta historia. Hay muchos corruptos en nuestra sociedad. Todos están concientes de serlo, de eso no hay duda alguna. Hace falta que se vuelvan humanos para que vuelvan a su viaje en la vida y que logren completarla con éxito...

jueves, 19 de marzo de 2009

El pasado en el Presente y para el Futuro


Gordon R. Willey, Arqueólogo de la Universidad de Harvard, nos decía:
"El pasado está ineludible e irrevocablemente perdido. Nos dejamos llevar por él, y aún en la forma del presente lleva huellas de lo que antes fue. Nuestros pensamientos, emociones, la forma física del mundo en que vivimos, todo está condicionado por nuestros predecesores, y, si vamos a alcanzar autoconocimiento, no lo podemos ignorar o pasar por alto. Benevolente y trágico, este pasado es el gran depósito de la experiencia del género humano y es prudente regresar a él."
Creer que el presente se hace solo y que no tendrá repercuciones en el futuro es estúpido. Sin embargo, parecería que esto es lo que sucede cuando se escuchan o se leen las opiniones de muchos analistas en nuestra sociedad. Por fortuna, son los mismos analistas que ya no son creíbles, ni tienen el peso moral para poder seguir siendo referentes de la racionalidad.

martes, 17 de marzo de 2009

¿Qué comemos?

Ante todo, un nuevo horizonte se abre en el país. La luz del sol comienza a verse a través de las nubes que han cubierto durante mucho tiempo, mucho tiempo, demasiado. A trabajar se ha dicho!

Una de las tendencias a nivel del consumo de alimentos es el deseo de obtener más información sobre el alimento que se consume. En los Estados Unidos, el lobby de los grupos para la seguridad en los alimentos han presionado al Congreso para legisle sobre la información que cada producto alimenticio brinde al consumidor. En el caso, por ejemplo, de las carnes, se pide que haya información sobre el animal, donde nació, donde se crió y en donde fue matado. En forma similar, para los vegetales, se pide que se informe la forma en que se cultiva.

Esta tendencia, a la larga, tiene como objetivo la salud de la población. Con ella, la crianza y matanza de los animales podrán garantizar la salud de la gente y, por otra parte, se obligará a los productores a que respeten las normas mínimas, alimenticias y de ética, con respecto al trato con el consumidor y a los animales con los que comercian.


miércoles, 11 de marzo de 2009

José Martí: La Edad de Oro

Uno de los libros que más me han gustado fue "La Edad de Oro" de José Martí. Me gustó mucho por su sencillez, por la forma en que escribe, muy pedagógica, dirigiéndose a los niños. Sabía muy bien que en la niñez se forma el carácter, se traza el futuro. Y si queremos tener una mejor "patria, debemos comenzar con los niños. Lo tenía claro José Martí. Me gustó el capítulo "Tres Héroes", pues habla de tres héroes continentales: Simón Bolivar, San Martín e Hidalgo.

Traigo este capítulo de "La Edad de Oro", pues estamos en tiempo de mucha reflexión. Y, como dice Martí, necesitamos ser honrados para gozar de la libertad que merecemos, como hombres dignos, como el "elefante o como la llama", según el ejemplo hermoso que explica. No es posible que alguien venga y nos quiera espantar con algo que merecemos: nuestra patria chica y nuestra patria grande. El grito: "Para nosotros, la Patria es América" lo dio Simón Bolivar. Y esperaba que todos los americanos lo repitiéramos. Me molesta que nos crean ignorantes y nos piensen en espantar cuando nos ponen a patriotas de otros países cuando dicen: "Venezuela es la Patria, Cuba es la Patria, El Salvador es la Patria". Es el grito de Simón Bolivar y el grito de los pueblos americanos, libres y honestos.


Tres Héroes

Cuentan que un viajero llegó un día a Caracas al anochecer, y sin sacudirse el polvo del camino, no preguntó donde se comía ni se dormía, sino cómo se iba a donde estaba la estatua de Bolívar. Y cuentan que el viajero, solo con los árboles altos y olorosos de la plaza, lloraba frente a la estatua, que parecía que se movía, como un padre cuando se le acerca un hijo. El viajero hizo bien, porque todos los americanos deben querer a Bolívar como a un padre. A Bolívar, y a todos los que pelearon como él por que la América fuese del hombre americano. A todos: al héroe famoso, y al último soldado, que es un héroe desconocido. Hasta hermosos de cuerpo se vuelven los hombres que pelean por ver libre a su patria.

Libertad es el derecho que todo hombre tiene a ser honrado, y a pensar y a hablar sin hipocresía. En América no se podía ser honrado, ni pensar ni hablar. Un hombre que oculta lo que piensa, o no se atreve a decir lo que piensa, no es un hombre honrado. Un hombre que obedece a un mal gobierno, sin trabajar para que el gobierno sea bueno, no es un hombre honrado. Un hombre que se conforma con obedecer a leyes injustas, y permite que pisen el país en que nació, los hombres que se lo maltratan, no es un hombre honrado. El niño, desde que puede pensar, debe pensar en todo lo que ve, debe padecer por todos los que no pueden vivir con honradez, debe trabajar porque puedan ser honrados todos los hombres, y debe ser un hombre honrado. El niño que no piensa en lo que sucede a su alrededor, y se contenta con vivir, sin saber si vive honradamente, es como un hombre que vive del trabajo de un bribón, y está en camino de ser bribón. Hay hombres que son peores que las bestias, porque las bestias necesitan ser libres para vivir dichosas: el elefante no quiere tener hijos cuando vive preso: la llama del Perú se echa en la tierra y se muere, cuando el indio le habla con rudeza, o le pone más carga de la que puede soportar. El hombre debe ser, por lo menos, tan decoroso como el elefante y como la llama. En América se vivía antes de la libertad como la llama que tiene mucha carga encima. Era necesario quitarse la carga, o morir.

Hay hombres que viven contentos aunque vivan sin decoro. Hay otros que padecen como en agonía cuando ven que los hombres viven sin decoro a su alrededor. En el mundo ha de haber cierta cantidad de decoro, como ha de haber cierta cantidad de luz. Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. Esos son los que se rebelan con fuerza terrible contra los que les roban a los pueblos su libertad, que es robarles a los hombres su decoro. En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana. Esos hombres son sagrados. Estos tres hombres son sagrados: Bolívar, de Venezuela; San Martín, del Río de la Plata; Hidalgo, de México. Se les deben perdonar sus errores, porque el bien que hicieron fue más que sus faltas. Los hombres no pueden ser más perfectos que el sol. El sol quema con la misma luz con que calienta. El sol tiene manchas. Los desagradecidos no hablan más que de las manchas. Los agradecidos hablan de la luz.

Bolívar era pequeño de cuerpo. Los ojos le relampagueaban, y las palabras se le salían de los labios. Parecía como si estuviera esperando siempre la hora de montar a caballo. Era su país, su país oprimido que le pesaba en el corazón, y no le dejaba vivir en paz. La América entera estaba como despertando. Un hombre solo no vale nunca más que un pueblo entero; pero hay hombres que no se cansan, cuando su pueblo se cansa, y que se deciden a la guerra antes que los pueblos, porque no tienen que consultar a nadie más que a sí mismos, y los pueblos tienen muchos hombres, y no pueden consultarse tan pronto. Ese fue el mérito de Bolívar, que no se cansó de pelear por la libertad de Venezuela, cuando parecía que Venezuela se cansaba. Lo habían derrotado los españoles: lo habían echado del país. El se fue a una isla, a ver su tierra de cerca, a pensar en su tierra.

Un negro generoso lo ayudó cuando ya no lo quería ayudar nadie. Volvió un día a pelear, con trescientos héroes, con los trescientos libertadores. Libertó a Venezuela. Liberto a la Nueva Granada. Libertó al Ecuador. Libertó al Perú. Fundó una nación nueva, la nación de Bolivia. Ganó batallas sublimes con soldados descalzos y medios desnudos. Todo se estremecía y se llenaba de luz a su alrededor. Los generales peleaban a su lado con valor sobrenatural. Era un ejército de jóvenes. Jamás se peleo tanto, ni se peleo mejor, en el mundo por la libertad. Bolívar no defendió con tanto fuego el derecho de los hombres a gobernarse por sí mismos, como el derecho de América a ser libre. Los envidiosos exageraron sus defectos. Bolívar murió de pesar del corazón, más que de mal del cuerpo, en la casa de un español en Santa Marta. Murió pobre, y dejo una familia de pueblos.

México tenía mujeres y hombres valerosos, que no eran muchos, pero valían por muchos: media docena de hombres y una mujer preparaban el modo de hacer libre a su país. Eran unos cuantos jóvenes valientes, el esposo de una mujer liberal, y un cura de pueblo que quería mucho a los indios, un cura de sesenta años. Desde niño fue el cura Hidalgo de la raza buena, de los que quieren saber. Los que no quieren saber son de la raza mala. Hidalgo sabía francés, que entonces era cosa de mérito, porque lo sabían pocos. Leyó los libros de los filósofos del siglo XVIII, que explicaron el derecho del hombre a ser honrado, y a pensar y a hablar sin hipocresía. Vio a los negros esclavos, y se lleno de horror. Vio maltratar a los indios, que son tan mansos y generosos, y se sentó entre ellos como un hermano viejo, a enseñarles las artes finas que el indio aprende bien: la música, que consuela; la cría del gusano, que da la seda; la cría de la abeja, que da miel. Tenía fuego en sí, y le gustaba fabricar: creó hornos para cocer los ladrillos. Le veían lucir mucho de cuando en cuando los ojos verdes. Todos decían que hablaba muy bien, que sabía mucho nuevo, que daba muchas limosnas el señor cura del pueblo de Dolores. Decían que iba a la ciudad de Querétaro una que otra vez, a hablar con unos cuantos valientes y con el marido de una buena señora. Un traidor le dijo a un comandante español que los amigos de Querétaro trataban de hacer a México libre. El cura montó a caballo, con todo su pueblo, que lo quería como a su corazón; se le fueron juntando los caporales y los sirvientes de las haciendas, que eran la caballería; los indios iban a pie, con palos y flechas, o con hondas y lanzas. Se le unió un regimiento y tomó un convoy de pólvora que iba para los españoles. Entró triunfante en Celaya, con músicas y vivas. Al otro día juntó el Ayuntamiento, lo hicieron general, y empezó un pueblo a nacer. El fabricó lanzas y granadas de mano. El dijo discursos que dan calor y echan chispas, como decía un caporal de las haciendas. El declaró libres a los negros. El les devolvió sus tierras a los indios. El publicó un periódico que llamó El Despertador Americano. Ganó y perdió batallas. Un día se le juntaban siete mil indios con flechas, y al otro día lo dejaban solo. La mala gente quería ir con él para robar en los pueblos y para vengarse de los españoles. El les avisaba a los jefes españoles que si los vencía en la batalla que iba a darle los recibiría en su casa como amigos. ¡Eso es ser grande! Se atrevió a ser magnánimo, sin miedo a que lo abandonase la soldadesca, que quería que fuese cruel. Su compañero Allende tuvo celos de el; y él le cedió el mando a Allende. Iban juntos buscando amparo en su derrota cuando los españoles les cayeron encima. A Hidalgo le quitaron uno a uno, como para ofenderlo, los vestidos de sacerdote. Lo sacaron detrás de una tapia, y le dispararon los tiros de muerte a la cabeza. Cayó vivo, revuelto en la sangre, y en el suelo lo acabaron de matar. Le cortaron la cabeza y la colgaron en una jaula, en la Alhóndiga misma de Granaditas, donde tuvo su gobierno. Enterraron los cadáveres descabezados. Pero México es libre.

San Martín fue el libertador del sur, el padre de la República Argentina, el padre de Chile. Sus padres eran españoles, y a él lo mandaron a España para que fuese militar del rey. Cuando Napoleón entró en España con su ejército, para quitarles a los españoles la libertad, los españoles todos pelearon contra Napoleón: pelearon los viejos, las mujeres, los niños; un niño valiente, un catalancito, hizo huir una noche a una compañía, disparándole tiros y más tiros desde un rincón del monte: al niño lo encontraron muerto, muerto de hambre y de frío; pero tenía en la cara como una luz, y sonreía, como si estuviese contento. San Martín peleó muy bien en la batalla de Bailen, y lo hicieron teniente coronel. Hablaba poco: parecía de acero: miraba como un águila: nadie lo desobedecía: su caballo iba y venía por el campo de pelea, como el rayo por el aire. En cuanto supo que América peleaba para hacerse libre, vino a América: ¿que le importaba perder su carrera, si iba a cumplir con su deber?: llegó a Buenos Aires; no dijo discursos: levantó un escuadrón de caballería: en San Lorenzo fue su primera batalla: sable en mano se fue San Martín detrás de los españoles, que venían muy seguros, tocando el tambor, y se quedaron sin tambor, sin cañones y sin bandera. En los otros pueblos de América los españoles iban venciendo: a Bolívar lo había echado Morillo el cruel de Venezuela: Hidalgo estaba muerto: O'Higgins salió huyendo de Chile; pero donde estaba San Martín siguió siendo libre la América. Hay hombres así, que no pueden ver esclavitud. San Martín no podía; y se fue a libertar a Chile y al Perú. En diez y ocho días cruzo con su ejército los Andes altísimos y fríos: iban los hombres como por el cielo, hambrientos, sedientos; abajo, muy abajo, los árboles parecían yerba, los torrentes rugían como leones. San Martín se encuentra al ejército español y lo deshace en la batalla de Maipo, lo derrota para siempre en la batalla de Chacabuco. Liberta a Chile. Se embarca con su tropa, y va a libertar el Perú. Pero en el Perú estaba Bolívar, y San Martín le cede la gloria. Se fue a Europa triste, y murió en brazos de su hija Mercedes. Escribió su testamento en una cuartilla de papel, como si fuera el parte de una batalla. Le habían regalado el estandarte que el conquistador Pizarro trajo hace cuatro siglos, y el le regalo el estandarte en el testamento al Perú. Un escultor es admirable, porque saca una figura de la piedra bruta: pero esos hombres que hacen pueblos son como más que hombres. Quisieron algunas veces lo que no debían querer; pero ¿que no le perdonará un hijo su padre? El corazón se llena de ternura al pensar en esos gigantescos fundadores. Esos son héroes; los que pelean para hacer a los pueblos libres, o los que padecen en pobreza y desgracia por defender una gran verdad. Los que pelean por la ambición, por hacer esclavos a otros pueblos, por tener más mando, por quitarle a otro pueblo sus tierras, no son héroes, sino criminales.

Para nosotros la patria es América
Simón Bolívar

martes, 10 de marzo de 2009

Elecciones

Uno tiene que sumergirse en el pasado para poder ver el futuro. Esto es algo que he aprendido desde hace mucho tiempo. El corolario sería que, de no hacerlo, estamos condenados a cometer los mismos errores.

Ahora estamos en tiempos de elecciones. No se acaba el mundo, a pesar que la derecha así lo pregona, en caso de perder ellos. Ni tampoco se abre un mundo paradisíaco, en caso de ganar la izquierda (aunque eso de izquierda o derecha no es del todo cierto. Mejor definir los dos grandes campos: los conservaduristas y los que quieren un cambio). En este último caso se abre la esperanza del cambio, de que haya más oportunidades para la inmensa mayoría que no las ha tenido en muchos años.

No lo digo por repetir slogans, ni por llevar agua al molino de mi conveniencia. Es un hecho, pese a que se quiere reescribir la historia, frente a nuestros ojos, a pesar de que hemos sido testigos mudos de lo que ha pasado en este pasado reciente.

Fuera de cualquier caso, que gane uno u otro, el futuro que se nos avecina (ya está en el presente), será de mucha tensión. Otro mundo se está gestando. Nos guste o no nos guste.