lunes, 30 de abril de 2012
Cartas van, cartas vienen ...
sábado, 28 de abril de 2012
Comentarios a los comentarios
Mas de alguno habla, con relación a esta crisis económica, que es algo que se merecen en la península ibérica, expresando los rencores escondidos y prejuicios sin fundamento. De hecho, la crisis no solo es española, es global y como tal, todos estamos expuestos a sufrirla en cualquier nivel. Pero siempre es conviente tener presente que acá, en estas tierras, los grandes cambios a los que estamos sometidos, nos hacen pensar en nuestra propia historia y cómo ha evolucionado nuestra sociedad a partir de la irrupción de los invasores. Hay un momento en que nos sentimos víctimas, probablemente; pero estamos más convencidos que podemos responder a los desafíos de nuestras realidades sin considerarnos víctimas de los españoles. Simplemente, nuestra historia los hace ver parte de nuestros sufrimientos como pueblos.
sábado, 21 de abril de 2012
Energía para el futuro
sábado, 14 de abril de 2012
Colonialistas
La posición asumida por varios países de nuestra América Latina está muy clara: no habrá más cumbres de tal tipo si no se acepta la presencia de Cuba, o si no se resuelve el problema de Haití. El problema de Argentina es mucho más amplio. En primer término, y que compete a la cumbre, es sobre las Malvinas y a lo que Canada no tiene derecho, ninguno, de opinar. Siendo una monarquía parlamentaria, en la cual la reina Isabel II es la reina gobernante, poco puede opinar sobre colonialismos. Triste no?
Pero hay otro tema que debemos tener presente. Es el tema de YPF, filial de la española Repsol. Los detalles de la discusión son difíciles de obtener, al menos al momento y para nosotros, que lejos estamos de la mesa de negociaciones. Si entendemos que hay una falta a los contratos hechos por los españoles y que, por lo mismo, se tiene que pagar una penalidad en términos de acciones. Lo que molesta, al leer sobre el tema, es la actitud del gobierno español (preocupado también por el problema del rey, accidentado en sus días de reposo en las sabanas africanas, llenas de elefantes y otros animales en vías de extinción y que él quiere colaborar en que sea más rápida). AP habla que amenaza a la Argentina en convertirla en "apestada internacional". Sea cierto o no, puede ser un ex abrupto de un funcionario, lo cierto es que AP abona a que nuestros países continúen sometidos a los poderes coloniales, en este caso el patético poder español (lo digo así porque, fuera que exterminó a nuestros ancestros en esta tierra bendita, su poder nunca alcanzó el poder de otros poderes coloniales, como el británico - pero este es otro cuento).
Creemos que los vientos que soplan en este planeta son vientos muy peligrosos. Esperemos que el desastre de Fukushima no termine de agrandarlos, ni que la insensates y locura de los Israelistas y los militares gringos pongan también en peligro a nuestra especie. Peligrosos, pero también esperanzadores.
viernes, 13 de abril de 2012
Burócratas
Con el tiempo apremiando (no había cobrado por más de un mes y necesitaba para la comida y otros gastos), fui a la empresa que emite el documento único de identidad. Tras una cola de hora y media pasé a la estación de toma de datos. Una pregunta de la digitadora me llamó la atención. La identificación de mi padre constaba de dos nombres y dos apellidos y, en la fotocopia digitalizada de mi partida de nacimiento tenía solo un nombre y dos apellidos de mi padre. Me pasaron con el delegado del registro nacional de personas naturales. "Ese señor no es su padre", me dijo.
Acá debo conceder que a veces pierdo la dulzura de mi caracter. Tengo más de cinco décadas de vida y ya voy llegando a la edad de mi jubilación legal (si es que el neoliberalismo decadente no exige que se agreguen años a la edad de jubilación, por aquello del peligro de que vivamos más de lo que esperan las compañías de previsión social) y hasta ahora me doy cuenta que he vivido en un limbo legal. Mi padre no puede ser el que me asentó, pues solamente tiene un nombre. Mi reacción no solo fue de asombro, sino de indignación. El documento único de identidad pretende identificar al portador y no al padre del portador. El delegado gubernamental quedó frío. Me dijo que tenía que corregir el dato. Le mencioné que había un documento en el que legalmente se reconocía que a mi padre lo conocían de las formas mencionadas, indistintamente. Pero me extendió una nota en la que me conminaba a corregir el nombre de mi padre. Al hacerlo se equivocó en la firma, firmó en el lugar del solicitante del documento y me pidió que firmara en el sitio del delegado. No dejé de observárselo. "Así como se equivocó usted, se equivocó otra persona al poner los datos en mi documento, y yo no tengo responsabilidad en ello".
Hasta allí llegué ese día. Tuve que llevar el documento legal, juicio de identidad, de mi padre. Pero no era así el procedimiento que querían. Tenía que llevar corregida partida de nacimiento. Protesté. El delegado me dijo que lo corrigiera. Le comenté que necesita cobrar mi salario. A esto me respondió: "ese no es mi problema".
Fui a la Alcaldía. Allí me atendieron mejor. Pero me dijeron que no podían modificar la partida de nacimiento. La opción era hacer un juicio de identidad a través de un abogado. Ni modo.
Pero el problema de la obtención del documento único de identidad no es lo importante en este comentario. La situación es la tosudez y la insensibilidad de los burócratas que están a cargo de esta oficina (y de otras de servicio al público, pero no todas). Ya sabemos que se llega a un puesto burocrático en función de la amistad con alguien que las puede y no por méritos o porque llena algún perfil (que también es práctica común en todas nuestras empresas privadas). Eso los hace dueños de un poder momentaneo que satisface su propio ego. No están para servir, sino para hacerse sentir.
Pobres burócratas.
viernes, 6 de abril de 2012
LO QUE HAY QUE DECIR
Gracias, Günter Grass, por tener la fuerza moral para denunciar el peligro en el que la especie humana se encuentra en estos momentos:
LO QUE HAY QUE DECIR
¿Por qué guardo silencio, demasiado tiempo,
sobre lo que es manifiesto y se utilizaba
en juegos de guerra a cuyo final, supervivientes,
solo acabamos como notas a pie de página?
Es el supuesto derecho a un ataque preventivo
el que podría exterminar al pueblo iraní,
subyugado y conducido al júbilo organizado
por un fanfarrón,
porque en su jurisdicción se sospecha
la fabricación de una bomba atómica.
Pero ¿por qué me prohíbo nombrar
a ese otro país en el que
desde hace años —aunque mantenido en secreto—
se dispone de un creciente potencial nuclear,
fuera de control, ya que
es inaccesible a toda inspección?
El silencio general sobre ese hecho,
al que se ha sometido mi propio silencio,
lo siento como gravosa mentira
y coacción que amenaza castigar
en cuanto no se respeta;
“antisemitismo” se llama la condena.
Ahora, sin embargo, porque mi país,
alcanzado y llamado a capítulo una y otra vez
por crímenes muy propios
sin parangón alguno,
de nuevo y de forma rutinaria, aunque
enseguida calificada de reparación,
va a entregar a Israel otro submarino cuya especialidad
es dirigir ojivas aniquiladoras
hacia donde no se ha probado
la existencia de una sola bomba,
aunque se quiera aportar como prueba el temor...
digo lo que hay que decir.
¿Por qué he callado hasta ahora?
Porque creía que mi origen,
marcado por un estigma imborrable,
me prohibía atribuir ese hecho, como evidente,
al país de Israel, al que estoy unido
y quiero seguir estándolo.
¿Por qué solo ahora lo digo,
envejecido y con mi última tinta:
Israel, potencia nuclear, pone en peligro
una paz mundial ya de por sí quebradiza?
Porque hay que decir
lo que mañana podría ser demasiado tarde,
y porque —suficientemente incriminados como alemanes—
podríamos ser cómplices de un crimen
que es previsible, por lo que nuestra parte de culpa
no podría extinguirse
con ninguna de las excusas habituales.
Lo admito: no sigo callando
porque estoy harto
de la hipocresía de Occidente; cabe esperar además
que muchos se liberen del silencio, exijan
al causante de ese peligro visible que renuncie
al uso de la fuerza e insistan también
en que los gobiernos de ambos países permitan
el control permanente y sin trabas
por una instancia internacional
del potencial nuclear israelí
y de las instalaciones nucleares iraníes.
Solo así podremos ayudar a todos, israelíes y palestinos,
más aún, a todos los seres humanos que en esa región
ocupada por la demencia
viven enemistados codo con codo,
odiándose mutuamente,
y en definitiva también ayudarnos.