lunes, 11 de mayo de 2009

Sexo, Religión y Otros Temas Escabrosos

Dice Santiago Alba Rico: "Ningún placer se puede comparar –ni el sexo ni la velocidad ni el supermercado- al de saber algo y poder transmitirlo en voz alta, como lo demuestra el ejemplo universal del viandante oscuro que, preguntado en la calle por una dirección, se vuelve repentinamente sabio, alegre, locuaz, bueno y hasta feliz." La cita debería ser mucho más larga, pero me quiero quedar hasta este punto porque Alba Rico tiene razón en este punto. Pero también debo agregar que hay temas sobre los cuales es bastante problemático opinar publicamente.

Sexo, política y religión son temas muy polémicos en muchos casos. Probablemente hablar sobre sexo sea más fácil; pero también es más delicado, pues se puede ofender la sensibilidad de la gente que nos escucha, o nos lee. No es posible hablar sobre el sexo en forma científica, o técnica, sin pensar en los dobles sentidos que pueden adquirir las frases, o las afirmaciones. Inclusive, choca n con la chabacanería aquellos que pretenden establecer un hecho. Hace poco, por ejemplo, leí un artículo sobre sexo en Scientific American. Antes de entrar en los detalles, el autor del artículo, advertía que era un tema que no podía ser tratado en forma abierta, con cualquier público. Y es que se refería a los aciertos evolutivos en la forma y el tamaño del peneNo hay duda que hablar de estos temas, forma y tamaño de este órgano, no es adecuado hacerlo con cualquier auditorio.
humano, comparándolo con el resultado evolutivo de éste en otros primates.

El pudor, un grado de "respeto" entre los interlocutores, u otro motivo más o menos escondido, nos impiden hablar con claridad sobre el sexo. Y si se habla entre dos personas de diferente sexo, sin que haya algún lazo amoroso, la plática puede volverse muy tensa.

Sucede lo mismo cuando se habla sobre religión o cuando se discute sobre política. Aunque en estos casos, el pudor no existe. Puede desarrollarse, en cambio, estados anímicos agresivos, que no tienen nada que ver con el objetivo de una plática. El grado de educación, por llamarlo de alguna forma, tiene que ver con el nivel de discusión (o plática) que se tendría entre dos interlocutores que pretenden sacar en conclusión algo relacionado a la religión o a la política.

Por ejemplo, sostener una opinión que contradiga al cristianismo es golpear las creencias más profundas de mucha gente, sea católica, protestante o evangélica.
No es cuestión de simple opinión. Recuerdo que, en mi juventud, un amigo mío se quejaba que los padres de su novia lo echaron de la casa porque se definía ateo. No querían al diablo en su casa. Pero el hermano de su novia, todo lo contrario que mi amigo, era un don juan, ladronzuelo (no había objeto mal puesto que no lo tomara), mentiroso y con un sinfín de cualidades negativas. Todo esto era perdonado porque iba a misa todos los domingos.

Y de política también resulta problemático hablar, en especial cuando ni siquiera se sabe qué es lo que debe ser la política. En una democracia se dice que existe el derecho a hablar. Pero si no se tienen los elementos sobre los que se puede basar una afirmación política, se puede llegar a confrontar con aquellos que tampoco tienen los elementos de jucio suficientes para sostener una conversación sobre el tema.

Este tema lo trataré más adelante...

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