La estupidez tiene miles de caras, miles de cuerpos, infinitas formas de manifestarse. Todos los días nos enfrentamos a la estupidez, incluso, nos comportamos estúpidamente creyendo que lo hacemos en forma coherente y lógica.
La estupidez se presta para manipular a las personas, a los grupos de personas, incluso a todo el mundo.
La estupidez no nos permite ver que el emperador está desnudo.
Y como no nos impide comer,ganar dinero, fornicar, jugar futbol, no nos duele ni sorprende.
Pero también nos permite desarrollar nuestros instintos primitivos, en los que una tribu agredía a otra tribu y los aniquilaba, hasta que comprendió que los podía esclavizar. Eso fue un progreso.
Nos indigna que un expresidente se haya vuelto rico en su término presidencial y que sus amigos también hayan disfrutado de las preferencias comerciales que el poder les concedía. Y eso está muy bien. Aunque no se puede encontrar una explicación a que haya una denuncia en la que un magistrado evadió impuestos por una gran cantidad, que los está evadiendo actualmente (porque no hay ninguna acción o movimiento que diga que se ha parado la evasión, dado que las actividades comerciales de su empresa están abiertas actualmente) y que, de seguir así seguirá evadiendo los impuestos que debería pagar. Pero la fiesta con otros políticos perseguidos continúa. Esto es una estupidez, simple.
Y lo mismo se puede decir de otros temas.
Pero dominan más las agendas externas para que la gente filosofee y se sienta que con su opinión, deformada, ignorante y llena de odio, está haciendo cambios en un sistema hecho para que nada cambie.