martes, 14 de julio de 2009

El maullido de un gato

Uno de mis animales preferidos es el gato. Siempre he tenido una gran admiración por estos animales. Además de ser muy melosos, cuando tratan de que el ser humano, el supuestamente amo de ellos, les de de comer o les proporcione un poco de caricias, son también uno de los depredadores más eficaces de la naturaleza. Incluso se dice, no se por quien, pero eso he oído, que tienen mucho mayor éxito que los felinos más grandes, como el tigre o el león. Y, por este mismo hecho, son constituyen uno de los peligros para la extinción de la fauna que cohabita en la zona urbana con el hombre o ser humano.

La leyenda que acompaña la foto del gato, del artículo de donde la copié (The Guardian), dice que el gato parece estar descansando, pero realmente, lo que está haciendo es planificando cómo explotar al ser humano. Claro, parecería que es nada más que una forma de expresar una admiración para este animalito, querido y respetado por varias culturas (aunque temido por otras); pero según la Dra. Karen McComb, una forma de explotar al humano, por parte del gato, es el sonido que producen cuando ronronean o cuando maúyan.

Creo que vale la pena aprender de este pequeño felino para poder comunicarnos mejor, aunque, por nuestro orgullo, creamos que somos la especie superior en el planeta.

Recuerdo haber leído una historia en la que se dice que tres personajes entraron a una misma sala. El primero entró con la frente y barbilla en alto; el segundo entró haciendo inclinaciones a cada momento y murmurando permisos y excusas; y, el último, entró a la sala, vió hacia todos lados en forma indiferente; se sentó un rato, bostezó y se retiró de la sala sin emitir ningún ruido de su boca. Identificando a los personajes: el primer personaje era el rey, que entraba al salón en donde sus cortesanos se encontraban; el segundo era el primer ministro del rey, entrando haciendo saludos a todos los nobles y cortesanos que se encontraban en el salón; y, el último personaje, era el gato del rey: no le rendía culto ni respeto a nadie.

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