miércoles, 1 de abril de 2009

Carta de Michael Moore

No puedo dejar de copiar esta carta de Michael Moore. Los comentarios los dejo a quienes la lean.

"Nosotros el pueblo” al “Rey del mundo”: ¡Estas despedido!
MichaelMoore.com


Amigos,

Nunca había sucedido algo semejante. El presidente de EE.UU., representante elegido del pueblo, acaba de decir al jefe de General Motors –una compañía que ha pasado más años que ninguna otra como la Nº 1 en la lista de los 500 de la revista Fortune–: “¡Estás despedido!”

Simplemente no puedo creerlo. Esta acción sorprendente, sin precedentes, me dejó sin habla durante dos días. Me digo todo el tiempo: “¿Despidió realmente Obama al presidente General Motors? ¿La corporación más rica y más poderosa del Siglo XX? ¿Puede hacer algo semejante? Bueno, ¡maldita sea! ¿Qué otra cosa puede hacer?!”

Esa acción audaz enloqueció a los jefes de EE.UU. corporativo y los hizo vomitar hiel. Obama ha promulgado su edicto: El gobierno de, por y para el pueblo está a cargo de este país, no el gran dinero.

John McCain lo comprendió. En el hemiciclo del Senado preguntó: “¿Qué dice esta señal a los jefes de otras corporaciones e instituciones financieras sobre si el gobierno federal va a despedirlos también?” El senador lo dijo: “enviará un escalofrío a todos los estadounidenses que creen en la libre empresa.” El mercado bursátil se cayó cuando los amos del universo se preguntaron: “¿Soy el próximo?” Y murmuraron entre sí: “¿Qué vamos a hacer con este Obama?”

No podrán hacer gran cosa, amigos. Tiene el apoyo de la voluntad masiva del pueblo estadounidense – y le hemos dado permiso para que haga lo que considere apropiado. Si os gustó el gol de tres puntos de esta semana, manteneos al tanto.

Os escribo esta carta en recuerdo de los cientos de miles de trabajadores que durante los últimos más de 25 años han sido tirados a la basura por General Motors. A muchos les arruinaron sus vidas para siempre. Cayeron en el alcohol o la droga, sus matrimonios se rompieron, algunos se suicidaron. La mayoría siguió adelante, se mudó, se mudó lejos, se mudó afuera. Terminaron trabajando en dos trabajos por la mitad de lo que ganaban en GM. Y maldijeron al presidente de GM por arruinar sus vidas.

Ninguno de ellos pensó algún día que verían al presidente de GM recibiendo el mismo trato. Por cierto, el presidente Wagoner no tendrá que firmar para obtener vales alimenticios o será desalojado de su casa o se verá obligado a decir a sus hijos que irán al colegio comunitario, no a la universidad. En su lugar, recibirá un paracaídas de oro de 23 millones de dólares. Pero la nota de despido sigue siendo la misma, como las recibidas por cientos de miles por otros – excepto que la suya fue enviada por nosotros, a través de Obama. Ahí está la puerta, hombre. Hasta la vista. No quisiera estar en tu lugar.

Hoy comencé mi día en Washington. Fui al Senado de EE.UU. y entré a la audiencia de su Comité de Finanzas sobre el rescate de Wall Street. Los controladores querían saber cómo los bancos gastaron el dinero. Y muchos de los bancos no están dispuestos a decírselo. Han recibido billones de dólares y nadie sabe adónde se fue el dinero. Ciertamente no fue utilizado para crear puestos de trabajo, ayudar a deudores hipotecarios, o liberar préstamos que la gente necesita. Fue tan estremecedor escucharlo, tuve que irme antes del fin. Pero me dio una idea para la película que estaba filmando.

Después, me detuve en los Archivos Nacionales y me puse en fila para ver la copia original de nuestra Constitución. Pensé en cómo hace veinte años, que se cumplen este mes, yo iba por la calle terminando mi primera cinta, una súplica personal para advertir a la nación sobre GM y la economía letal que dirigía. En ese día de marzo en 1989 estaba arruinado, había cobrado mi último cheque de desempleo, me basaba en ayuda de mis amigos (Bob y Siri me llevaban a comer y siempre pagaban la cuenta, el gerente adjunto del cine me hacía entrar a escondidas para que pudiera ver de vez en cuando una película, Laurie y Jack me compraron una vieja máquina Steenbeck (de edición), John Richard me pasó un pasaje de avión que no había utilizado para que pudiera ir a casa para Navidad, Rod hacía cualquier cosa para ayudarme y me llevaba a Flint cada vez que necesitaba algo para la cinta). Mi difunta madre (hubiese cumplido 88 mañana si todavía estuviera entre nosotros) y mi padre, trabajador automovilístico en GM, me dijo en la cocina que querían ayudarme y me entregó un cheque de sorprendentes mil dólares. No sé si siquiera tenían mil dólares. Lo rechacé, e insistieron en que lo aceptara – “¡No!” y entonces, en esa voz paternal, me dijo que debía cobrarlo para terminar mi película. Lo hice. Y la terminé.

Así que ese día de marzo en 1989, mientras iba conduciendo por Pennsylvania Avenue, mi coche, viejo de nueve años, simplemente se murió. Me acerqué al borde de la acera, apoyé mi cabeza en el volante y comencé a llorar. No tenía dinero para llevarlo a reparar, y ciertamente tampoco tenía para pagar la grúa remolque. Así que me bajé, desatornillé las matrículas para que no me multaran, me di media vuelta y simplemente me fui para no volver. Miré al edificio a mi lado. Decía “Archivos Nacionales.” ¿Hay un sitio mejor para donar mi viejo coche? pensé, mientras caminaba a casa.

Aunque mi vida no fue fácil, nunca tuve que sufrir lo que tantos de mis amigos y vecinos sufrieron gracias a General Motors y un sistema económico manipulado en su contra. Me pregunto lo que habrán pensado todos cuando se levantaron este lunes para leer en Detroit News o en Detroit Free Press los titulares de que Obama había despedido al presidente de GM. Oh – esperad un minuto. No lo pudieron leer. Ya no habría ni Free Press ni el News. El lunes fue el día en el que ambos periódicos dejaron de entregar a domicilio. Las entregas fueron canceladas (o lo seguirán siendo cuatro días por semana) porque los diarios, como General Motors, como Detroit, están arruinados.

Espero la próxima acción del presidente como súper héroe.

Atentamente,

Michael Moore

MMFlint@aol.com

MichaelMoore.com

P.D. Les ruego comprendan que a ninguno de nosotros en el ‘cinturón de las manufacturas’ se nos ha escapado cómo han tratado a nuestros mandamases corporativos (recordad: las compañías automotrices querían un préstamo, no un regalo) en comparación con cómo los titanes de Wall Street obtuvieron billones de dinero gratuito, almuerzos en la Casa Blanca y una foto con el presidente. Confiad en mí, lo sabemos. Y, si hay un Dios en el cielo, los ladrones de Wall Street pagarán pronto. También… la imagen de que nuestro presidente tenga que prometer que respaldará toda garantía de GM y que dará una bonificación a los consumidores si cambian su viejo Grand Am por un híbrido, fue alternativamente triste, ridícula, y simplemente estrafalaria. Ahí hemos llegado: el Comandante en Jefe del Mundo Libre es ahora Míster Goodwrench [servicio técnico de GM].

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