Ayer fui a ver al Estadio Monumental Cuscatlán, la fiesta popular del FMLN, celebrando la instalación del nuevo presidente de nuestro país, Mauricio Funes, para que no me cuenten. Llegué a eso de las 2:00 p.m. No pude entrar. Me retiré a las 4:00 p.m. para poder ver algo desde la televisión que transmitía ese envento.
Se respiraba un ambiente de alegría. Los gritos, cantos de júbilo y conversaciones sobre la esperanza y el cambio se conjugaban con la venta de toda una parafernalia del nuevo presidente, del FMLN, del Che y de todos aquellos personajes históricos y míticos de nuestra izquierda, además de los típicos anuncios de yuca con chicharrón, ungüento para hongos (verídico, yo lo oí), y de uno que otro "cuidado con las bolsas", en los apretujones que se hacía en las filas.
Hoy, el cambio comienza. Será difícil. Pero hay esperanzas.
Se respiraba un ambiente de alegría. Los gritos, cantos de júbilo y conversaciones sobre la esperanza y el cambio se conjugaban con la venta de toda una parafernalia del nuevo presidente, del FMLN, del Che y de todos aquellos personajes históricos y míticos de nuestra izquierda, además de los típicos anuncios de yuca con chicharrón, ungüento para hongos (verídico, yo lo oí), y de uno que otro "cuidado con las bolsas", en los apretujones que se hacía en las filas.
Hoy, el cambio comienza. Será difícil. Pero hay esperanzas.
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