Hoy en la mañana oía un programa de radio para madrugadores. El locutor comentaba que ayer un periodista deportivo mexicano hizo un comentario negativo sobre El Salvador. Parece, según lo que decía este locutor, que el mexicano se preguntó "Y, ¿quién es El Salvador? ¿quienes son los salvadoreños?" La pregunta que se hacía este tipo parece ofensiva, en el contexto del partido que se celebrará mañana en el estadio Cuscatlán. Y más bien parece "chungueadora", poniéndole picante al ambiente. El locutor, sin embargo, comenzó diciendo que ese periodista ni por cerca parecía mexicano, pues su apellido era de origen europeo. Y que los salvadoreños somos los que los mexicanos maltratan a su paso hacia Estados Unidos, como indocumentados.
El comentario de este locutor madrugador no solo está fuera de lugar, sino que dice cosas que no son del todo ciertas, pues es cierto que en México los que transitan hacia el norte sufren, no es el mexicano en general quien origina ese sufrimiento. Los mexicanos siempre han sido solidarios con nuestros países centroamericanos. Quienes hacen sufrir a los indocumentados son los funcionarios policiales de ese país, que, como también podemos ver en los medios de comunicación, tienen secuestrada a la justicia. Creo que quien no conoce México, no puede hablar con propiedad sobre el tema. Sin embargo, hay que regresar al comentario del periodista, pues es solo un comentario apasionado en lo que es la cultura del deporte futbolístico.
Lo que no comentó el locutor es el "fenómeno" que se ha dado con la venta de los boletos. Creo que valía la pena hacer comentarios más de fondo que gastar tiempo en responder a lo que dijo el periodista mexicano. No puede dejarse pasar el susodicho fenómeno, sobre todo en este periodo de cambios que vivimos. El alza de los precios de los boletos, en reventa, es impresionante. Y esto tiene que ver con lo que hemos vivido en estos últimos veinte años, unos pocos especulan y ganan mucho, mientras otros muchos gastan mucha para obtener poco. Si nadie impone reglas, pocos se benefician injustamente. El boleto más barato, de $5.00 cuesta en la reventa, $25.00 Increíble. Aquí no solo se trata de intentar establecer cuánto estaríamos dispuesto a pagar por un boleto en "sol", sino que es un atraco evidente. Pero bien, así es el fútbol, como dicen los fanáticos.
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