Recuerdo haber leído en el libro de Alejandro Dagoberto Marroquín, Panchimalco, que se menciona un dicho de los pobladores de ese pueblo en el que, cuando alguien era un tonto, o se comportaba como tal, le decían: "Vos no sabés ni cuando naciste" (no es textual). Se referían al hecho de que en las costumbres de los pueblos indígenas se tenía como norma tener sexo días específicos (o noches) en los que la luna estaba llena, si no recuerdo mal. Había la creencia que el día y la hora de engendro deberían respetarse para que se tuviera una vida llena de significados.
Esta costumbre no era tan distinta a costumbres en otras partes del mundo. Incluso, en la Edad Media Europea también existieron comportamientos que pretendían dar algún sentido a los nacimientos. Leía, por ejemplo, sobre la concepción de Jaime I, El Conquistador. La madre no era muy querida por el Rey, por lo que los cortesanos idearon una treta en la que dispusieron que el Rey se acostara con una supuesta cortesana en la oscuridad. Una vez el Rey desahogó su líbido, se encendieron las luces (antorchas, velas, qué se yo), se dieron a conocer los testigos, que eran muchos, y se descubrió la Reina. De esta forma el Rey supo que se había acostado con su mujer. Nueve meses después nació Jaime I. También es curiosa la forma en que se eligió el nombre de este Rey: dispusieron 12 velas, con los nombres de los 12 apóstoles. Se encendieron al mismo tiempo. La vela que más duró fue la vela que tenía el nombre del apóstol Jaime.
Las curiosidades en el comportamiento de humano son ilimitadas
Esta costumbre no era tan distinta a costumbres en otras partes del mundo. Incluso, en la Edad Media Europea también existieron comportamientos que pretendían dar algún sentido a los nacimientos. Leía, por ejemplo, sobre la concepción de Jaime I, El Conquistador. La madre no era muy querida por el Rey, por lo que los cortesanos idearon una treta en la que dispusieron que el Rey se acostara con una supuesta cortesana en la oscuridad. Una vez el Rey desahogó su líbido, se encendieron las luces (antorchas, velas, qué se yo), se dieron a conocer los testigos, que eran muchos, y se descubrió la Reina. De esta forma el Rey supo que se había acostado con su mujer. Nueve meses después nació Jaime I. También es curiosa la forma en que se eligió el nombre de este Rey: dispusieron 12 velas, con los nombres de los 12 apóstoles. Se encendieron al mismo tiempo. La vela que más duró fue la vela que tenía el nombre del apóstol Jaime.
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