Se puede hablar de cuatro categorías de películas:
1. Aquellas que son buenas películas y que nos gustan
2. Aquellas que son buenas películas, pero que no nos gustan
3. Aquellas que son malas películas pero nos gustan
4. Aquellas que son malas películas y que no nos gustan
Al menos así las clasificaría personalmente. Los ejemplos abundan. Por cierto, muchas de las películas que se exhiben en los últimos tiempos son malas, aunque nos gusten.
Y sin pretender ofender, muchas de las películas de Jackie Chan son malas películas, pero son entretenidas y nos divierten. He vista en repetidas ocasiones sus películas por lo divertidas que resultan.
Recientemente se exhibió en uno de los canales de televisión abierta la película
The Transporter (2002), con
Jason Statham,
Qi Shu y
Matt Schulze. me llamó la atención porque creí que iba a ser entretenida, teniendo en cuenta de que no era una película que tuviera más arte que la tradicional persecución a la que nos tiene acostumbrado el cine norteamericano. Mis expectativas sobre esta película quedaron muy por encima de lo que me divertí viéndola. Statham es un actor de apariencia ruda, muy varonil, pero encaja dentro del estereotipo del héroe norteamericano, sobre todo si se tiene un entrenamiento militar, como es el caso del transportador.
La historia es la de un ex soldado dedicado a transportar mercadería extraña sin cuestionar ni hacer preguntas sobre ella. Pero se complica cuando se da cuenta de que lleva a una chica atada de pies, manos y boca encerrada en una bolsa. Al darse cuenta de que ha visto "el encargo", los maleantes le ponen una bomba en su carro. El héroe se salva y decide vengarse; la trama se complica aún más cuando la chica lo involucra más en el tráfico de esclavos al que su padre pertenece. Al final, el héroe rescata a la chica, a los emigrantes chinos que van en un contenedor y atrapa a los malos.
La historia aparentaba dar para mas. Pero sentí que me aburría. Las peleas también podrían haber sido muy interesantes y, pese a que el artista tiene un buen estado físico, las luchas parecían muy irreales. Debo decir, por otra parte, que la irrealidad no estaba en lo coreográfico, sino en la velocidad y sincronización que a uno le hubiera gustado ver en ellas.
El transfondo de la película tampoco me gustó. La policía recurre a un delincuente, nuestro héroe, para lograr detener el tráfico humano. Es decir, solo lo malo puede con lo malo. Y esto no es posible alabarlo a estas alturas del siglo XXI, que recien comienza.
Yo no recomendaría ver la película dos veces. Basta una vez, para no quitarle el gusto a nadie de ver una película de acción de las muchas que abundan en estos días.